En los pasados años, y debido a las circunstancias socioeconómicas provocadas, entre otras causas, por los embates de huracanes, terremotos y la pandemia de COVID-19, la función de las organizaciones sin fines de lucro -el llamado Tercer Sector- ha cobrado una mayor relevancia.
Estos grupos -ya sea comunitarios, de base de fe, asociaciones y de bienestar social, entre otros, no solo aportan a la economía del país, a través de su trabajo voluntario y desinteresado, sino que también transforman a las comunidades que impactan, innovando y creando alianzas que han permitido avanzar, de manera inequívoca, los esfuerzos de reconstrucción y recuperación de Puerto Rico. Sin estas organizaciones, muchas comunidades e individuos en la isla estarían desprovistos del apoyo básico para su subsistencia.
“Las organizaciones del Tercer Sector son sumamente importantes, porque cubren unos nichos que se quedan al descubierto, ya sea por burocracia, regulaciones u otras razones. Son un componente clave en lo que es la reconstrucción y la recuperación de Puerto Rico”, afirmó la arquitecta Vanessa de Mari-Monserrate presidenta de la Asociación de Constructores de Puerto Rico (ACPR), quien agregó que la colaboración siempre ha sido uno de los pilares de esta entidad, por lo que han mantenido diferentes acuerdos con diversas organizaciones.
“Para nosotros es clave apoyar las iniciativas de estas organizaciones y fundaciones porque ellas están atendiendo lo que el gobierno no puede atender por X o Y razón. Estamos teniendo familias más vulnerables y no se pueden atender, si no es de esa forma. Así que, para nosotros es crucial poderlas ayudar de la manera en que sea y nos insertamos a ayudarlas porque están tocando unas áreas que nos impactan a nosotros y que no podemos trabajar solos”, sostuvo de Mari, refiriéndose a la creciente demanda de personal para trabajar en la industria de la construcción y su capacitación.
Con este fin, ha establecido o se encuentra en vías de finiquitar acuerdos de colaboración que faciliten a las organizaciones del Tercer Sector proveer sus servicios, mientras que los miembros de la industria sirven de aliados en estos esfuerzos en diferentes capacidades.
“La misión de la asociación siempre ha sido proveer viviendas dignas y seguras, y nosotros entendemos el reto que hay para algunas personas poder construir formalmente, así que, número uno, tenemos la satisfacción de que estamos ayudando a fundaciones que se están encargando de hacer estas reparaciones lo más seguras posible y, número dos, estamos capacitando a las personas que necesitamos para nosotros poder trabajar”, resaltó la arquitecta. “Como asociación, ganamos de todas estas colaboraciones; ganamos en llevar el mensaje, en educar a la gente y en recibir más empleados [capacitados], que tanta falta nos hacen. Estamos conscientes que la mano de obra en Puerto Rico es clave para la recuperación”, aseveró.
Entre estas alianzas, la Asociación de Constructores tiene un acuerdo de colaboración con la organización Habitat for Humanity of Puerto Rico.
“Habitat for Humanity ha formado un centro de capacitación que ha perdurado y ha graduado a mucha gente”, dijo de Mari.
Del mismo modo, están en conversaciones para finalizar acuerdos con otras organizaciones como Techos Pa’ Mi Gente y la Fundación Bucarabón.
“Techos Pa’ Mi Gente surge de una maestra que estaba viendo una gran necesidad en su comunidad tras el paso del huracán María, familias sin techo, y ella se dio a la tarea de buscar ayuda para ellos. Entonces, ella creó esta fundación para atender a estas personas que no podían recibir ayudas federales porque no tenían títulos de propiedad o porque no cumplían con los requisitos mínimos [para recibir las ayudas gubernamentales]. Ellos reparan sus techos y, a la vez, capacitan a las personas [para que conozcan sobre la construcción segura]”, sostuvo la presidenta de la ACPR.
“La Fundación Bucarabón, por su parte, va dirigida entre otras funciones que realiza, a capacitar a la mujer en la industria de la construcción, así que, siendo yo mujer y presidenta de una organización que es mayormente liderada por hombres, me llena mucho orgullo y me encanta que se hayan acercado a nosotros a pedir colaboración”, expresó de Mari, quien añadió que “estos acuerdos nos permitirían ser recipientes de esas personas que las organizaciones del Tercer Sector capacitan, ubicándolas en proyectos de nuestra matrícula. Todos ganamos”, afirmó.
Asimismo, de Mari anunció que el acuerdo más reciente que ha establecido la ACPR es con la Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico.
“Nosotros educamos a la comunidad sobre lo que es una construcción segura y siempre hemos llevado ese mensaje, pero no lo habíamos podido implementar. A través de la PUCPR, vamos a colaborar con ellos para llevar seminarios y recursos a diferentes comunidades, a través de los municipios, y poderlas educar en lo que es una construcción segura”, enfatizó la arquitecta.
“Para mí, es bien significativo fortalecer estas relaciones; estar segura de que funcionen y darles el apoyo que podamos. Si llegan más, las trabajaremos oportunamente. En el mediano y largo plazo, para mí es sumamente importante consolidar estos acuerdos que estamos haciendo con el Tercer Sector y que funcionen. Una vez, cuando ya estén fortalecidas con sus bases, pues podemos seguir abriendo nuestros horizontes”, exaltó de Mari, al indicar que estas colaboraciones han generado mucho interés y apoyo de parte de la matrícula de la ACPR.
“En Habitat for Humanity of Puerto Rico ayudamos a individuos y familias a alcanzar estabilidad, autosuficiencia y la oportunidad de un mejor futuro, mediante la adquisición de una vivienda propia y a través de programas de capacitación y de vivienda asequible. Trabajamos para permitirles a las personas disfrutar de la tranquilidad que brinda tener un lugar digno y seguro al cual llamar hogar”, afirmó Amanda Silva, directora ejecutiva de la organización sin fines de lucro afiliada a la entidad global Habitat for Humanity International, con presencia en los 50 estados de los Estados Unidos y aproximadamente 70 países.
Según destacó Silva, los programas de la entidad van dirigidos “a familias e individuos de escasos y moderados ingresos con deseos de superarse, que buscan construir capital, estabilidad financiera y autosuficiencia, mediante la adquisición de una vivienda, reparación de vivienda, o educación”. Sin embargo, la labor de la organización, que se estableció en la isla en 1997, se afianzó aún más, luego del paso de los huracanes Irma y María en el en 2017. De esta experiencia sin precedentes surgió el Programa de Recuperación de Puerto Rico de Habitat for Humanity Puerto Rico.
“Fue creado en respuesta a la devastación causada por los huracanes Irma y María. Este combina recursos y conocimientos para lograr la implementación de diversos proyectos que atienden el problema de la vivienda de manera holística, a través de cuatro pilares principales que surgen de la necesidad de reconstrucción luego de los huracanes”, explicó Silva, quien enumeró los elementos con conforman a este programa:
Como organización del Tercer Sector, el rol de Habitat for Humanity Puerto Rico ha sido ayudar a las familias afectadas por desastres naturales o por necesidad económica a tener viviendas duraderas y asequibles, y apoyar la recuperación y resiliencia de Puerto Rico.
“Desde la implementación del Programa de Recuperación de Puerto Rico, donde nos hemos enfocado en diversos proyectos, hemos podido contribuir al desarrollo económico, a fortalecer comunidades, proveer estabilidad para menores de edad y mejorar la salud física y mental de los participantes. En estos últimos años, nuestro equipo de trabajo ha estado implementando programas que nos ayudan a avanzar de forma eficiente esa recuperación y reconstrucción a nivel de individuos, familias, comunidades y municipios. La colaboración y alianzas con diversos sectores y organizaciones nos permiten acelerar los esfuerzos de reconstrucción de la isla, llegando y atendiendo directamente la necesidad, y brindando la ayuda”, recapituló Silva, quien se ha desempeñado como directora ejecutiva de la entidad por los pasados trece años. Agregó que, como práctica, “siempre buscamos la colaboración con otros sectores para impactar a mayor escala y beneficiarnos mutuamente de nuestros atributos. Suscribimos acuerdos de colaboración con agencias de gobierno, organizaciones sin fines de lucro y corporaciones para cumplir nuestra misión porque proveer vivienda asequible es costoso y requiere sensibilidad”.
Entre estos acuerdos se encuentra la alianza con la Asociación de Constructores de Puerto Rico. “[Esta alianza] surge de una meta en común por comunicar la importancia que tiene la vivienda en una sociedad y por abogar que se reconozca y amplíen las oportunidades de cada ser humano a tener una vivienda digna y segura. La alianza consiste en proveer a Habitat for Humanity of Puerto Rico conocimiento especializado y/o trabajo pro bono de los miembros de la asociación que deseen colaborar. A su vez, Habitat Puerto Rico provee a la asociación oportunidades para trabajar en proyectos de vivienda asequible y, a través de su programa, Habitat Builds Puerto Rico, [que brinda] destrezas básicas en construcción y educa a individuos para que puedan ingresar a la industria de la construcción. Definimos la alianza como una colaboración para reconstruir y aportar al país”, aseveró Silva, al destacar que esta es una excelente oportunidad para transmitir la buena voluntad y responsabilidad social de los miembros y de la ACPR.
“Esperamos poder seguir colaborando para fomentar el conocimiento sobre la importancia de la vivienda en Puerto Rico. Expandir los programas de vivienda y de destrezas de construcción y crear nuevos programas que fortalezcan el desarrollo y rehabilitación de viviendas”, exaltó.
En estos esfuerzos se reconoce, igualmente, que la integración de la mujer y de los jóvenes en la industria de la construcción es crucial para lograr cumplir los proyectos de reconstrucción, ya que, “pueden ayudar a reducir el déficit de mano de obra y contribuir al desarrollo de la industria para que sea una más inclusiva y equitativa. Las mujeres trabajan con eficiencia y responsabilidad, aportando a la calidad de trabajo que realiza el sector. La construcción es una destreza que requiere práctica, si no se inserta e incentiva a los jóvenes a integrarse al sector, no va a haber la transferencia de conocimiento y es una de las razones por la cual hoy en día hay falta de mano de obra diestra en Puerto Rico”, argumentó Silva, quien, a la vez, resaltó algunos de los retos que, como organización, enfrentan y que incluyen el incremento exponencial en el costo de construcción, la falta de inventario de viviendas y la falta de programas que financien la adquisición para cubrir el costo real de lo que cuesta desarrollar la propiedad.
No obstante, también identificó oportunidades como el incremento en capacidad y conocimiento en temas de respuesta a desastres. “Ha habido un mayor entendimiento sobre la importancia de la vivienda en una sociedad y como la falta de ella afecta el desarrollo económico y social del país y de las familias”, explicó.
De acuerdo con Silva, se espera que, para finales del 2023, Habitat for Humanity Puerto Rico haya logrado, a través del Programa de Recuperación de Puerto Rico, más de 800 reparaciones de vivienda, provisto un hogar propio a 44 familias y adiestrado a sobre 630 individuos en destrezas básicas de construcción. Pero, el trabajo continúa. Por ello, a corto, mediano y largo plazo, y teniendo como base el respeto y la empatía, sus metas son poder ofrecerles la oportunidad a familias e individuos de escasos recursos en la isla: la posibilidad de ser dueños de su propia vivienda, reparar hogares para que tengan un lugar seguro donde vivir y adiestrar a individuos en destrezas de construcción para que obtengan un empleo seguro.
“Nuestro trabajo en la isla nos ha brindado la gran oportunidad de compartir de cerca con cientos de personas y familias, que nos han abierto las puertas de sus hogares para recibir nuestra ayuda con cariño y agradecimiento. Con cada persona y familia que ayudamos, comprobamos, una y otra vez, el valor incalculable de la visión y el legado de nuestra organización de un Puerto Rico donde todas las personas tengan una vivienda digna y segura que con orgullo pueden llamar ‘mi hogar’. Invitamos a los lectores de la revista Tiempo de Construir a identificar oportunidades desde sus áreas de especialidad para aportar a la reconstrucción de Puerto Rico por medio de colaboraciones, alianzas, conocimientos o recursos para continuar construyendo no solamente hogares sino comunidades y esperanza para Puerto Rico”, concluyó Silva.
Por casi cuatro años, la Fundación Bucarabón se ha dado a la tarea de aumentar las capacidades de desarrollo y de capital humano de la mujer, y su misión es promover dicho desarrollo por medio de estrategias que contribuyan a la independencia económica de la mujer y sus comunidades.
De esta forma, esta organización sin fines de lucro con base en la antigua escuela Segunda Unidad Francisco Vincenty, en el Barrio Bucarabones de Maricao, está enfocada en la mujer y su entorno social, económico y cultural como trabajadora, educadora, profesional, madre, joven, abuela y esposa. Partiendo de la Teoría del Cambio, la fundación ha creado una plataforma de conectividad social para promover el aprendizaje local; promueve la inclusión de una perspectiva de género en las estrategias educativas y de desarrollo comunal; fomenta prácticas educativas para el mejoramiento individual y de las comunidades; desarrollar herramientas y metodologías para beneficiar el desarrollo agrícola y económico; y beneficia la economía del hogar, usando a la agricultura como fuente primaria de ingreso, logrando una economía sostenible en las comunidades cafetaleras.
“La Fundación Bucarabón pertenece a una nueva generación de organizaciones y esfuerzos comunitarios innovadores de activación y desarrollo local. El proyecto surge a raíz de la preocupación de actuar ante el cierre de la escuela Segunda Unidad Francisco Vincenty, en el Barrio Bucarabones de Maricao. Esta escuela fue cerrada por el Departamento de Educación por razones de baja matrícula”, explicó la ingeniera Jackeline Pérez, directora ejecutiva y fundadora de la organización.
Al mencionar que el grupo gestor está compuesto por mujeres y hombres de diferentes ámbitos de nuestra sociedad, destacó que, “posterior a [los huracanes] Irma, María, los terremotos del 2020, la pandemia y [el huracán] Fiona, la Fundación Bucarabón ha surgido como una fuerza vital en la zona rural de Maricao y otros pueblos”. A la vez, agregó que la fundación es autosuficiente en producción alimentaria (incubadora culinaria), energética (solar), agua potable y fibra óptica directa. Además, cuenta con el programa de AmeriCorps más grande de la isla y con programación en desarrollo cultural, agrícola, acuapónicos, turismo y vivienda rural, entre otros.
Según mencionó, por su parte, el doctor Ramón Borges, director de desarrollo económico y cofundador de la Fundación Bucarabón, a través de sus gestiones, la entidad colabora activamente en la recuperación y reconstrucción de Puerto Rico y se ha convertido en “hub” de actividad en la zona rural, con impacto directo en las comunidades de la región, mediante diversas iniciativas que incluyen: el desarrollo de una incubadora agro-culinaria para adiestrar a emprendedores; el desarrollo de un programa de capacitación empresarial; el ofrecimiento de talleres sobre los derechos de la mujer y sustentabilidad y desarrollo en la montaña; actividades culturales, de salud pública y de apoyo social con el apoyo de otras organizaciones; y el establecimiento de Radio Bucarabón, un proyecto de radio comunitario, entre otras iniciativas de gran pertinencia e importancia para las comunidades de Maricao y pueblos cercanos.
Según explicó, en estos momentos, las prioridades de la fundación son desarrollar:
Al reconocer que la colaboración directa con el Gobierno ha sido cuesta arriba -salvo aspectos específicos como el desarrollo de la biblioteca digital y por medio de la diseminación de información y talleres dirigidos a la población general- tanto la ingeniera Pérez como el doctor Borges, destacaron que la Fundación Bucarabón ha optado por establecer alianzas con otros sectores para lograr sus objetivos programáticos. Dentro de estas alianzas, se encuentran en el proceso de establecer un acuerdo con la Asociación de Constructores de Puerto Rico.
“Decidimos escribir a la asociación dado que la Fundación Bucarabón está interesada en desarrollar programas de capacitación para la mujer y pensamos que la asociación también lo estaría debido a la falta de empleados en las industrias de la construcción”, Borges, quien afirmó que les gustaría ver crecer esta colaboración, ya que “en este momento, estamos tratando de viabilizar un programa para la capacitación de mujeres, unas las ocupaciones relevantes para la industria de la construcción. Esperamos que podamos levantar el financiamiento y una colaboración efectiva, [pues] la mujer y los jóvenes son el ancla de nuestras iniciativas y participan en todos los aspectos de la fundación”.
Según destacaron, finalmente, a corto y mediano plazo, su deseo es “financiar y consolidar el proyecto”.
“A largo plazo nos queremos colocar para contribuir al desarrollo de vivienda rural con otros actores en la región montañosa del suroeste [de la isla]”, aseveró el doctor Borges, mientras que la ingeniera Pérez exaltó que “es fundamental la inclusión, por medio de recursos adecuados, de las organizaciones comunales en los procesos y programas de reconstrucción. Hasta el momento, estas organizaciones has sido excluidas”.
Creada con la misión de mejorar la calidad de vida de los individuos que componen las comunidades afectadas por desastres naturales, Techos Pa’ Mi Gente (TPMG Corp.) es una organización sin fines de lucro que promueve la autogestión y brinda capacitación en destrezas básicas de construcción para fomentar la resiliencia. De esta manera, como organización del Tercer Sector, aspira a ejercer liderazgo en la construcción de techos dignos, rehabilitación de viviendas y ser promotores de la autogestión, caracterizados por la excelencia en los servicios y la autosuficiencia fiscal.
Según abundó Amarilis González, fundadora y directora ejecutiva de la organización, Techos Pa’ Mi Gente nació tras las necesidades de vivienda segura identificadas luego del paso del huracán María por el archipiélago de Puerto Rico en el 2017. Más recientemente, afianzó su labor, luego de los estragos ocasionados por el huracán Fiona, en septiembre de 2022. De este modo, y partiendo de valores como la solidaridad y la empatía, la maestra de vocación hizo suya una nueva misión de servicio que la llevó más allá de la sala de clases, a un nivel que nunca sospechó.
“El huracán María puso al descubierto la vulnerabilidad de ciertos sectores de la población en cuanto a vivienda se refiere”, describió González, sobre el inicio de la organización que hoy dirige y cuyos servicios están destinados a atender a las personas que no han recibido ayuda adecuada para reparar sus viviendas, luego de los devastadores fenómenos atmosféricos.
Con su trabajo y el apoyo de voluntarios, la organización es una de las que se ha movido a avanzar las metas de recuperación y reconstrucción de Puerto Rico, paso a paso.
“Desde el inicio, cuando nos dedicábamos a repartir e instalar toldos, hasta hoy, que hemos evolucionado y reparamos viviendas, hemos ayudado a miles de personas. Cuando ayudamos a una familia o individuo a recuperarse, estamos restaurando no solo una vivienda, sino también la salud física y emocional de las personas”, enfatizó González, mientras afirmó que, “al completar estos proyectos, también las comunidades completas se benefician, pues ya sus miembros no se mojan. Usualmente, reparar un techo nos toma cerca de siete días. Sin embargo, nos toma varias semanas recaudar los fondos y trabajar la logística previa a cada caso. Si tuviésemos mayor apoyo para la compra de materiales, pudiésemos avanzar más”, reveló la educadora.
Para atender estas necesidades, Techos Pa’ Mi Gente propone una reconstrucción resiliente, haciendo uso de las guías de construcción de casas resistentes a huracanes desarrolladas por el Colegio de Ingenieros y Agrimensores de Puerto Rico y la Agencia Federal para Manejo de Emergencias (FEMA, en inglés), en combinación con las propuestas de construcción resiliente basadas en la resiliencia del ingeniero Johann Zimmerman, conocido mundialmente. Para lograr estos objetivos, la organización adiestra a sus voluntarios, haciendo uso de estas guías para capacitar a los participantes de las comunidades y minimizar el riesgo de que tengan que pasar por situaciones similares debido al impacto directo de fenómenos atmosféricos futuros, agregó.
De hecho, de acuerdo con González, un aspecto relevante es que gran parte del liderato de Techos Pa’ Mi gente está compuesto por mujeres. “El 53 % de los voluntarios que han servido en nuestra organización son mujeres. Las féminas tienen un rol muy importante en Techos Pa’ Mi Gente, su aportación a la organización va desde la logística, la administración, la recaudación de fondos, hasta la compra de materiales, adiestramientos y construcción de techos y rehabilitación de viviendas”, relató con orgullo.
Al expresar que se consideran un aliado de todos aquellos que aportan a la recuperación de los más vulnerables, añadió que “atendemos casos que, por diversas razones, no pueden acceder a las ayudas que ofrecen las agencias gubernamentales, según requisitos preestablecidos, pero cuyas viviendas pueden repararse dentro de nuestras posibilidades. Cabe señalar, que, de este tipo de caso aún quedan muchos y no damos abasto para alcanzar a todos los que quedan fuera de los requerimientos”, asintió.
Por ello, en la actualidad, la organización del Tercer Sector se encuentra en vías de establecer alianzas colaborativas para fortalecer sus servicios y allegarse a más comunidades.
“En este momento, nos encontramos en conversaciones con la Asociación de Constructores de Puerto Rico, explorando posibles áreas de colaboración. Esperamos poder llegar a acuerdos que redunden en beneficio de los individuos y comunidades más desventajadas”, afirmó la directora ejecutiva de la entidad, quien reveló los principales retos que enfrentan para llevar a cabo su misión.
“Tenemos varios retos. El primero es la limitación de recursos para adquirir los materiales de construcción, ya que dependemos 100 % de donativos y nuestra mano de obra es completamente voluntaria. El aumento en el costo de los materiales de construcción y los impuestos hacen que cada vez sea más cuesta arriba colaborar en la recuperación y poder cubrir los gastos de materiales”, lamentó González, al mencionar que “otro gran reto es conseguir fondos para reclutar personal administrativo. Este recurso humano hace posible que estemos en cumplimiento con todo lo que se le requiere a una entidad sin fines de lucro en Puerto Rico y Estados Unidos”.
Al reconocer que todavía faltan muchas familias por recuperarse y que todos podemos aportar a mejorar la calidad de vida de los que aún no han podido ponerse de pie, González dijo que sus metas son “continuar aportando a la recuperación de la isla desde nuestro espacio, adiestrando voluntarios con destrezas de construcción para que se involucren en la recuperación. A largo plazo, tenemos como meta establecer un centro de adiestramiento, donde podamos educar sobre construcción resiliente, no solamente a la comunidad puertorriqueña, sino también a los amigos de las islas caribeñas que deseen enviar voluntarios para estar preparados y reconstruir, luego de un desastre natural como, por ejemplo, un huracán”, finalizó diciendo.