A través de sus vivencias, el arquitecto y socio fundador de Álvarez-Díaz & Villalón®, Architecture & Interior Design, y quien fue exaltado como “fellow” del Instituto Americano de Arquitectos, habla de sus pasiones y de su compromiso con el desarrollo de Puerto Rico.
“Caminante no hay camino, se hace camino al andar…”: este famoso verso, inmortalizado por el poeta Antonio Machado y luego arraigado a la música popular en la canción “Cantares”, compuesta por el cantautor Joan Manuel Serrat, muy bien podría describir la trayectoria profesional y de vida del arquitecto Ricardo A. Álvarez-Díaz, cofundador y CEO de Álvarez-Díaz & Villalón®, Architecture & Interior Design, y quien, recientemente, fue exaltado como “fellow” del Instituto Americano de Arquitectura (AIA, por sus siglas en inglés).
Sin dudas, la ruta de vida recorrida por el también expresidente de la Asociación de Constructores de Puerto Rico ha sido prolífica en experiencias que, a través de su carrera y de las pasiones que entretejen su día a día, han dejado huellas que han quedado firmemente fijadas para dar paso a un mejor Puerto Rico.
Desde muy temprana edad, Álvarez-Díaz aprendió, gracias a sus padres, a caminar con pasos firmes, para, en el proceso, descubrir y crear diversas experiencias que le brindaron una base sólida para regir su futuro. Hoy, el arquitecto vive acorde con dichas enseñanzas y, orgullosamente, las comparte en su entorno familiar, social y profesional, construyendo y fortaleciendo su legado, sin causar revuelo, pero con firmeza. La arquitectura ha sido parte esencial de ese proceso.
“Yo no recuerdo un momento en mi vida en el cual no haya querido ser arquitecto.” dijo Álvarez-Díaz, al agregar que, a los cinco años, una visita a su padrino de bautizo, quien había estudiado arquitectura, prendió la chispa de la curiosidad a través de una maqueta.
“Cuando vi esa maqueta, yo pregunté: ‘qué es esto’, y me acuerdo, como si fuera ayer, que [mi padrino] me dijo: ‘esta es la maqueta de la casa que me voy a construir’. De ahí en adelante, no recuerdo querer ser otra cosa”, afirmó, mientras parecía escudriñar en su memoria más detalles de su niñez y de la fascinación que despertó en él la posibilidad de crear estructuras con sus bloques de juguete.
Así, el encanto del pequeño Ricardo por la arquitectura fue tomando forma, alimentándose de otras vivencias que forjaron su personalidad, y nutrieron su intelecto y visión de mundo.
“Yo tuve la dicha de que mis papás siempre promovieron que yo estudiara la carrera [de arquitectura]. Cuando la mayoría de las personas me decían que no lo hiciera, mis papás siempre me decían: ‘si a ti te gusta, te gusta’. También tuve la dicha de que mis papás - siempre nos inculcaron que la mejor manera de educar era viajar y nos llevaban a mí y a mi hermana a cualquier lugar local o internacional”, comentó. “Viajar me dio la oportunidad de ver un mundo más allá y poder continuar con una visión creativa”, afirmó, a la vez que describió que también dibujaba, pintaba y escribía… actividades que le ayudaron a redondear su carácter.
Aunque en su familia no había arquitectos, creció en un ambiente fértil, rodeado de personas involucradas en la literatura, la escritura, empresarismo y las artes. Ese entorno creativo del seno familiar abonó a que su ideación infantil se convirtiera en realidad.
Es evidente que la carrera de Álvarez-Díaz está cimentada sobre una base claramente humanista. “Esa era mi experiencia de vida”, explicó el arquitecto, quien destacó que, del mismo modo, más adelante, esas experiencias le permitirían ver la arquitectura como más que una oportunidad de hacer negocio, una oportunidad de contribuir de una manera directa y positiva a la comunidad.
Precisamente, esta visión clara de su responsabilidad como profesional e individuo, le merecieron, el pasado año, una de las distinciones más importantes en el campo de la arquitectura: su exaltación como “fellow” del AIA.
“Yo me siento bien orgulloso, porque la razón que me consideraron a esa posición es la aportación como arquitecto a la sociedad. Para mí es importante, ya que creo que todo profesional debe estar consciente de que la conciencia social es parte de su responsabilidad”, enfatizó, al reflexionar que “por generaciones, se ha asumido que la profesión de arquitectura es solamente diseño… eso, en mi opinión, es incorrecto. La arquitectura involucra muchas áreas de la industria de la construcción y hay posibilidades de impactar positivamente la misma en áreas más allá de solo el diseño”, sostuvo, al expresar que aún se encuentra sorprendido por dicha designación, ya que, por años, ha estado activo en grupos, asociaciones y entidades más allá del ámbito tradicional profesional.
“Se que muchos arquitectos ya están aportando a la profesión de arquitectura, sin embargo, no hay suficientes que estén aportando fuera de la burbuja de la profesión y me siento con una obligación de educar más allá de esa burbuja para que se entienda que la arquitectura sin duda añade un gran valor”, expresó convencido.
Ciertamente, el matrimonio del arquitecto Álvarez-Díaz y la diseñadora de interiores Cristina Villalón puede definirse, como él mismo comentó, como un “match made in heaven”, pues, como pareja, han construido una familia y han unido sus destinos profesionales para crear la firma Álvarez-Díaz & Villalón, Architecture & Interior Design.
“Ambos tenemos el mismo trasfondo: mi papá es cubano, mi mamá es dominicana. El papá de mi esposa es cubano y su mamá es dominicana, y ambos nacimos en Puerto Rico. Ella hizo su maestría en la Universidad de Pratt en Diseño de Interiores y nos casamos a unos meses de ella graduarse”, compartió. Esa afinidad en los valores familiares permitió que su esposa Cristina, además de ser su compañera de vida y la madre de sus tres hijas, sea su socia de negocios.
Lugo de graduarse como arquitecto en la Universidad de Notre Dame en Indiana, Álvarez-Díaz partió a Nueva York, donde trabajó por varios años en la firma de Robert A.M. Stern Architects, una de las firmas más importantes de arquitectura a nivel mundial. Cuando decidió regresar a Puerto Rico, no se lanzó de inmediato a establecerse por su cuenta, sino que, después de unos años dio el paso. Poco después comenzó a contratar empleados y, posteriormente, abrió la corporación que, en aquel momento, se llamaba A-D & Group, PSC. Desde entonces, ya han pasado 22 años. “Paralelo a eso, cuando mi esposa y yo nos casamos, habíamos tomado la decisión de que no íbamos a trabajar juntos, así que ella abrió su propia compañía, Villalón Interiors, Inc, que fue muy exitosa”, agregó el arquitecto. En el 2011, luego de colaborar en algunos proyectos y probado que podían ser socios sin potencialmente afectar el matrimonio, decidieron fusionar sus respectivas compañías para convertirlas, en el 2012, en Álvarez-Díaz & Villalón, Architecture & Interior Design.
Poco más de una década ha pasado desde ese junte y parte de su éxito radica en una misión y visión claras: crear espacios que crean ambientes positivos y por ende lugares con propósito para los usuarios.
“Nuestra visión siempre ha estado enfocada en buscar maneras en las cuales podamos desarrollar espacios que creen ambientes positivos para las personas y también para las comunidades. Por eso, hemos puesto mucho énfasis a que los proyectos que diseñemos se construyan”, explicó el arquitecto, quien notó que, tradicionalmente, uno o dos de cada 10 proyectos que diseña un arquitecto se construye. “[Para] nosotros, un poco más de seis de cada 10 proyectos que diseñamos se construye”, afirmó para agregar que, “nuestra filosofía es, si vas a diseñar, y quieres tener un impacto en la comunidad, en las personas y en la calidad de vida de las personas que van a vivir, a trabajar o a visitar esos espacios, [estos] tienen que estar construidos. No puede ser lo que se llama ‘arquitectura conceptual, fantástica en imágenes, pero nunca construidas, por ende, no impactan directamente a las comunidades. Así que nos dimos a la tarea de ser lo más pragmáticos posible para hacer eso una realidad”, explicó, al subrayar que tanto el arquitecto como el diseñador de interiores trabajan como parte de un equipo que hace que este objetivo se ejecute cabalmente.
En la actualidad, Álvarez-Díaz & Villalón, Architecture & Interior Design se enfoca en tres tipologías de proyectos que están alineados a su visión y misión, ya que les permiten tener un mayor nivel de impacto social. Estos son: viviendas multifamiliares (desde vivienda asequible hasta vivienda ‘ultra luxury’), “Hospitality and Wellness” (hoteles y “resorts”) e institucionales.
“La arquitectura no representa a un arquitecto, sino que representa, más que nada, a esa comunidad”, expresó el arquitecto, cuyo primer proyecto de vivienda multifamiliar diseñado bajo su nombre fue Murano Luxury Apartments, en Guaynabo.
Para el arquitecto Álvarez-Díaz, el desarrollo sostenible de Puerto Rico es posible, pero no está exento de desafíos que han trascendido el tiempo y la voluntad política.
“Parte del reto que hemos tenido desde el año 2000 es que hemos tenido nuevos gobiernos cada cuatro años, independientemente [del partido político en el poder] o del éxito que haya tenido, el que viene nuevo, básicamente, quiere implementar su propia política pública y esto hace que perdamos un año o año y medio en lo que ese nuevo gobierno coge tracción. Eso ha creado unos problemas de continuidad y visión de la cual seguimos sufriendo”, aseguró el arquitecto.
“En mi opinión el rol del gobierno tiene que servir como un facilitador, no como un protagonista. Desde el punto de vista de desarrollo económico, la empresa privada y el tercer sector tienen la obligación de liderar para que haya un desarrollo sostenible, porque, de esa manera, aparte de qué gobernante esté en Fortaleza, va a haber continuidad”, expresó. Advirtió que, “si esto no se hace, lo que va a pasar es que, independientemente de la cantidad de fondos federales que hemos recibido y seguiremos recibiendo, se van a gastar y no los habremos utilizado como un mecanismo de inversión para crear una economía sostenible. Podemos responsabilizar al gobierno, pero tenemos que responsabilizarnos a nosotros mismos también y así darnos cuenta de que no se puede depender de terceros para ser autosustentables”.
Al destacar que estamos en un momento crítico, estimó que “dentro de 20 a 30 años las próximas generaciones nos verán como los protagonistas de la reactivación económica más importante desde la industrialización en los años 1950… o nos verán como los protagonistas de la mayor oportunidad económica perdida en la historia de Puerto Rico”, así que yo te diría que los líderes de la empresa privada tenemos una obligación de actuar ahora he impulsar el bienestar de la isla”.
Por ello, como humanista al fin, y mientras fungía como presidente de la Asociación de Constructores de Puerto Rico, el arquitecto Álvarez-Díaz hizo precisamente eso y, en conjunto con otras organizaciones y grupos, ante la crisis humanitaria que se desembocó en la isla, tras el paso de los huracanes Irma y María, se dio a la tarea de hacer lo que, por lo bajo, se decía que era imposible: tocar las puertas de una de la agencias federales más importantes y necesarias para iniciar el proceso de reconstrucción y recuperación de la isla: el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de los Estados Unidos (HUD, por sus siglas en inglés) para recabar ayuda.
“Esta fue una iniciativa que se trabajó con muchas personas. En general, esta mentalidad de sentarse a que caiga el maná del cielo no es la mentalidad que se debe tener. Mi filosofía es que a ti no te dan lo que tú crees que te mereces; a ti te dan lo que tú luchas por… y, por ende, cuando situaciones como esas surgen, lo mejor que uno tiene que hacer es tomar el liderato y tratar de resolver, en vez de tratar de utilizar a terceros para resolver”, expresó, mientras recordó que algunos líderes políticos del momento no vieron con buenos ojos estas gestiones, por temor a “molestar” a las agencias federales y perder fondos ya asignados.
“Cuando es una realidad de vida o muerte, este no es un tema de que hay que ir con calma para [evitar molestar a alguien]. Nosotros, en la empresa privada, y específicamente en la Asociación de Constructores, nos debemos no solo a nuestros miembros sino a Puerto Rico. Nadie votó por nosotros, así que el miedo político no debe existir y, en cierta medida, no había nada que perder al luchar por las cosas que uno entiende que son correctas”, aseveró enérgico, al subrayar que este tipo de gestiones deben estar basadas en una visión clara, profunda, ética y moral.
Si bien para Álvarez-Díaz haber sido uno de los facilitadores de esta gestión es motivo de orgullo, no vaciló en afirmar que, aunque algunos de los fondos recibidos han sido beneficiosos, todavía falta por ver que su uso dé paso a una inversión sostenible para el Puerto Rico.
Álvarez-Díaz es mucho más que un arquitecto: es esposo, padre, colega y mentor. Es, también, autor, editor y profesor universitario, entre otros tantos sombreros que intercambia con facilidad y satisfacción, salpicados con un poco su pasión por la música, la pintura, el dibujo y la literatura. Inclusive, actualmente está dando un curso de bienes raíces, y empresarismo en arquitectura, en la Universidad de Notre Dame su “alma-mater”.
Sobre su faceta de autor, “responsabiliza” a la directora ejecutiva de la Asociación de Constructores, la Lcda. Nory Rivera, quien, hace años, lo animó a escribir sobre las iglesias de Puerto Rico.
“Eso me abrió un poco a la idea de que yo tenía una responsabilidad y obligación, no necesariamente de dar mi opinión, sino de, más que nada, educar”, dijo, al señalar que, en noviembre del pasado año publicó, en español e inglés, el libro: “Mi Santurce: pasado y futuro”, un recuento de su natal Santurce y su visión para su desarrollo.
Próximamente, publicará otro libro, “Thrive, Survive or Be Extinct: Entrepreneurship in Architecture”, el cual está enfocado en la práctica de la arquitectura y que surge como un derivado de un estudio de caso de su empresa realizado por la London Business School.
“Basado en eso, me recomendaron dar unos ‘tips’ de cómo manejar un negocio de empresarismo en la arquitectura porque no hay suficiente documentación sobre este tema”, explicó, mientras adelantó que la fecha de publicación está pautada para este año. Anteriormente, fue coautor, junto con su esposa, del libro “Places of Purpose | 2002-2017”.
En su rol de padre, reveló que su mayor legado lo está trabajando en sus hijas, de 12, 14 y 16 años. “Yo quiero que mis hijas se sientan orgullosas de su papá. Lo importante es asegurarme luchar por su futuro y que ninguna de ellas se sienta avergonzada de mí, así que si ellas se sienten orgullosas de que tienen un papá y una mamá que están enfocados en cosas más allá de ellos mismos, ese es el mejor legado que yo les puedo dejar”, afirmó al reflexionar que, en un futuro, sus hijas también tendrán una obligación y una responsabilidad social de seguir aportando de una manera positiva a la humanidad.