Expertos de la Universidad Estatal de Colorado (CSU) predicen que la temporada de huracanes para la cuenca del Atlántico en este año 2025 tendrá una actividad ciclónica por encima del promedio, con la formación de unas 17 tormentas tropicales, nueve de las cuales podrían convertirse en huracanes con unos cuatro de estos de categoría mayor o de gran escala. Esta predicción representa una actividad ciclónica 125 por ciento mayor al promedio comparado con la temporada del 2024.
Ante esta situación y tomando en consideración lo vulnerable de nuestra infraestructura critica como lo son los servicios esenciales de energía, agua, comunicaciones, cadena de suministros, servicios de salud y otros debemos revisar de inmediato nuestros planes de preparación, respuesta y recuperación y los de continuidad de negocios. Recordando como debe ser, las lecciones aprendidas durante el azote del huracán María, los terremotos en el área sur de la isla, la pandemia del Covid-19 y otros eventos posteriores y el creciente aumento en ataques cibernéticos que han impactado no solo a ciudadanos en su carácter individual, sino también los servicios bancarios, hospitalarios, de comunicaciones, de transportación y servicios gubernamentales es necesario el desarrollo de una cultura de preparación los 365 días del año, ya que hay riesgos que no anuncian su manifestación.
Puerto Rico se ve limitado ante el impacto de estos desastres para el recibo y despliegue de los recursos y ayudas federales primero por su localización geográfica separado del continente, lo que nos obliga a esperar dicha asistencia solamente por aire y por mar. Por otro lado, apenas contamos con un solo puerto marítimo para el recibo de los suministros que necesita el país teniendo que importar más del 85% de estos debido a nuestra baja producción.
La responsabilidad de estar preparados de la manera mejor posible para enfrentar estas situaciones de una manera resiliente es de todos los individuos y de todos los sectores de nuestra comunidad. Individuo, familia, gobierno, empresa privada, industrias, organizaciones no gubernamentales, comunitarias, religiosas y voluntarias tienen la obligación de prepararse y coordinar esfuerzos mediante la planificación previa para enfrentarse exitosamente a estas eventualidades. Lo primero que debemos hacer es conocer los riesgos a los que estamos expuestos, analizar nuestra vulnerabilidad antes estos, evaluar las capacidades con las que contamos para enfrentarlos y entonces planificar nuestras acciones en las fases de preparación, respuesta, recuperación y mitigación de riesgos. Practicar mediante ejercicios y simulacros constantes y periódicos no dará la memoria muscular que necesitamos para actuar con prontitud y acierto frente a estos retos.
Hoy, como en artículos anteriores, debemos repasar aquellos elementos de preparación necesarios para actuar de manera efectiva y recuperarnos con prontitud de los estragos y la crisis producida por las emergencias y desastres que impactan todo nuestro entorno y, principalmente, nuestras vidas.
En cuanto a lo que se refiere a usted como ciudadano, planifique para usted y su familia. Desarrolle su plan familiar y abastézcase con suministros y recursos para al menos 10 días tomando en consideración muy particular a los menores de edad, los envejecientes, personas con algún tipo de discapacidad y a las mascotas. Si usted y su entorno familiar están bien preparados podrán proteger sus vidas y propiedad al igual que apoyar la respuesta de su negocio o lugar de empleo. Las interrupciones ocasionadas por los desastres producen no solo pérdidas económicas para un negocio o empresa sino también perdida de la reputación y confianza de sus clientes. Todo va a depender de la capacidad de la organización de continuar brindando productos y servicios de forma aceptable en el menor tiempo posible.
Ese proceso de planificar para la continuidad debe considerar los siguientes elementos:
Tomar en consideración el manejo de empleados, facilidades, tecnología, información vital, suplidores y contratistas y la alternabilidad de todos estos.
Cierro estos comentarios recordándoles dos frases lapidarias que expresan de manera muy clara lo que puede costarnos el no actuar a base de esa cultura de prevención que debemos desarrollar aprovechando lo que la ciencia del manejo de emergencias nos enseña, “El que no conoce su historia está condenado a repetirla”, pues entonces “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”.